GLOBAL WARMING AND PESTS: A 2°C increase in temperature would allow insects complete up to five additional life cycles per season
La diversidad genética: una herramienta secreta para luchar contra el cambio climático20 de enero de 2015
Los recursos genéticos tienen un papel fundamental que desempeñar en la alimentación del planeta, en especial al avanzar el cambio climático más rápidamente de lo previsto.
Según un nuevo estudio publicado esta semana por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), aún queda mucho por hacer para estudiar, conservar y utilizar la diversidad biológica que sustenta la producción alimentaria mundial.
“El tiempo no está de nuestra parte”, advierte la publicación: <<Enfrentarse al cambio climático: el papel de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura>>, la que destaca que “en las próximas décadas, millones de personas cuyos medios de vida y seguridad alimentaria dependen de la agricultura, la acuicultura, la pesca, la silvicultura y la ganadería pueden enfrentarse a condiciones climáticas sin precedentes”.
La FAO reportó que serán necesarios cultivos, ganado, árboles forestales y organismos acuáticos capaces de sobrevivir y producir en un clima cambiante, capacidad que será resultado directo de su diversidad genética. Sin embargo, el estudio sostiene que se requieren mayores esfuerzos para estudiar y utilizar la diversidad como mecanismo de supervivencia, y políticas que la apoyen.
“En un mundo con temperaturas más elevadas y condiciones meteorológicas más variables y severas, las plantas y los animales destinados a la alimentación deberán tener la capacidad biológica para adaptarse más rápidamente que hasta ahora”, advirtió María Helena Semedo, Directora General Adjunta de la FAO, en una nota de prensa emitida por el organismo.
“Prevenir nuevas pérdidas de recursos genéticos agrícolas -añadió- y prestar más atención a estudiar su potencial aumentará la capacidad de la humanidad para adaptarse al cambio climático”, añadió Semedo.
Para la FAO, este enfoque adaptativo requerirá actualizar los objetivos de los programas de mejoramiento agrícola y en algunos casos la introducción de variedades, razas, especies, que no han sido utilizadas anteriormente.
Además, son necesarias “con urgencia” mejoras en los programas de conservación sobre el terreno (in situ) y en otros lugares (ex-situ) de las especies domésticas, sus parientes silvestres y otros recursos genéticos silvestres importantes para la alimentación y la agricultura, junto con políticas que promuevan su uso sostenible.
También resulta de gran importancia desarrollar el conocimiento sobre los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura: dónde se encuentran, cuáles son sus características (p.ej. resistencia a la sequía o enfermedad) y cómo se pueden gestionar mejor, según el estudio.
De acuerdo a lo informado, es clave mejorar el conocimiento, conservación y uso de los parientes silvestres de los cultivos, “que es probable tengan rasgos genéticos que pueden ser utilizados para desarrollar cultivos bien adaptados para su uso en sistemas alimentarios afectados por el cambio climático”, consignó la entidad.
“Tenemos que fortalecer el papel de los recursos genéticos y ayudar a los agricultores, pescadores y silvicultores a hacer frente al cambio climático”, señaló Linda Collette, editora principal del volumen y Secretaria de la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura de la FAO, en la nota de prensa.
La FAO informó que muchas variedades y razas de cultivos y ganado adaptadas localmente -así como árboles, peces, insectos y microorganismos- están mal documentadas y pueden perderse antes de que se reconozcan sus posibles roles en la adaptación al cambio climático.
“Deben hacerse esfuerzos para evitar prácticas que destruyan la biodiversidad o socaven la salud de los ecosistemas agrícolas. Por ejemplo, el uso de insecticidas de amplio espectro que tengan efectos negativos sobre los insectos polinizadores”, señaló.
La FAO destaca que impulsar la conservación de la diversidad genética en las granjas y los campos es tan importante como el mantenimiento de los bancos de genes. Muchas formas de vida utilizadas en la agricultura no tienen un equivalente en semillas y sólo pueden mantenerse a través de la intervención humana. Un ejemplo es la banana, un alimento básico para millones de personas.
Además, la conservación in situ (incluyendo los parientes silvestres de los cultivos) es una forma de “permitir que continúe la evolución” y lograr así que sigan generándose los rasgos adaptativos.
La entidad sostuvo que la conservación in situ puede asumir muchas formas, pero la estrecha participación de los agricultores es particularmente eficaz, especialmente porque cada vez está más claro que las consecuencias del cambio climático deben tenerse en cuenta a nivel local, además de a nivel global o regional.
Por ejemplo, Etiopía, donde existen muchos microclimas, tiene un programa avanzado y descentralizado basado en bancos de semillas comunitarias y germoplasma a través de los cuales los agricultores e investigadores cooperan para ensayar, adoptar y conservar variedades locales de los cultivos más importantes -cebada, garbanzo, sorgo y habas- que estuvieron a punto de perderse durante la sequía de la década de 1980.
Según la FAO, el conocimiento sobre los recursos genéticos agrícolas necesita aumentar más rápidamente, especialmente en los sectores menos estudiados como los bosques, donde menos de 500 especies de árboles (de un total de más de 80 000) han sido estudiadas en profundidad.
“Las carencias en el conocimiento de invertebrados y microorganismos son aún mayores”, expuso el organismo.
Aunque a menudo son denigrados como agentes de enfermedades en los cultivos y el ganado, los microorganismos aportan una gran variedad de funciones, como la protección de las plantas contra las plagas, la sequía, el frío y la salinidad.
Mientras tanto, se necesitan inventarios genéticos adecuados destinados a proporcionar un “documento de identidad” al patrimonio genético almacenado actualmente en bancos de semillas y otros centros de conservación ex-situ con el fin de acceder a los rasgos adaptativos positivos que puedan ser necesarios.
“Frente a los efectos del cambio climático es hoy más importante que nunca intercambiar y compartir más los recursos genéticos agrícolas. Existen ferias de semillas locales y nacionales, pero tendrán que ampliarse e internacionalizarse a medida que se acelera el cambio climático”, informó la FAO.
Factor tiempo
El organismo internacional reportó que, uno de los aspectos del cambio climático con un impacto directo en la diversidad genética tiene que ver con los cambios de presión sobre el tiempo biológico.
Por ejemplo, en los patrones de polinización provoca gran inquietud, ya que los insectos son muy sensibles a la temperatura y no siempre pueden sincronizarse con los nuevos tiempos de floración.
Además, el aumento de las temperaturas también puede favorecer a especies que pueden adaptarse a ciclos generacionales cortos.
Al mismo tiempo, se calcula que un aumento de 2°C en la temperatura permitiría a los insectos completar hasta cinco ciclos de vida adicionales por temporada –según el estudio de la FAO-, que también señala que los agentes patógenos capaces de acortar sus ciclos de reproducción serán capaces probablemente de evolucionar más rápidamente y plantear mayores desafíos potenciales a diversos organismos y ecosistemas.
En zonas boscosas, las especies invasoras podrían reaccionar más rápidamente a las condiciones cambiantes, desplazando a los tipos de árboles existentes.
Un estudio reciente que ha utilizado la Arabidopsis thaliana, una maleza emparentada con la mostaza y la primera planta en tener su genoma secuenciado, mostró cómo las semillas almacenadas en los bancos también pueden ayudar a entender que el cambio climático avanza más rápido de lo esperado: variantes de la planta obtenidas en España funcionaron mejor en Finlandia que las semillas que procedían originalmente de este país escandinavo.
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